sábado, mayo 28, 2011

Elemental, Watson…..

Héctor Casanueva

Hace unas semanas, la computadora "Watson”, de la IBM, venció, en un desafío de tres días, a dos experimentados y varias veces ganadores anteriores del más famoso concurso de preguntas de Estados Unidos, “Jeopardy”. El suceso mereció en nuestros medios poca o ninguna mención, excepción hecha de una pequeña nota en páginas interiores de un matutino, puesta como una curiosidad. Diferente fue el tratamiento en Estados Unidos, ya que incluso la Revista Time consignó la noticia de manera destacada, y sus lectores generaron un interesante debate sobre las implicaciones y consecuencias de este hecho. La performance de Watson por supuesto que no es homologable, aún, a la inteligencia de un ser humano, pero es demostrativa del avance de la informática y el procesamiento de datos que puede desplegar un organismo artificial.

Y no es pura coincidencia que la misma revista, con portada y todo, realizara un reportaje a las tesis futuristas y sobre inteligencia artificial (AI) del experto Raymond Kurzweil, ex profesor del MIT, inventor y creador, entre otros, del escáner sintetizador de voz, co-fundador de “Singularity University” de Sillicon Walley. Con el título de “2045, el año en que el hombre llegará a ser inmortal”, el reportaje señala que todo parece indicar que el desarrollo previsto de la investigación genética, pero además de la cibernética aplicada a la creación de vida artificial, puede producir en un par de décadas, o a más tardar en tres, que se cuente con la capacidad para detener el envejecimiento -que es considerado ya no como una consecuencia inevitable del ciclo de la vida, sino como una enfermedad, y por lo tanto tratable como otras- , como asimismo para generar entes artificiales –por ejemplo Cyborgs- con capacidad de procesamiento de la información, y no solo de acumulación y ordenación de la misma, equivalente a la de un cerebro humano. Según Kurzweil, lo que lo hará posible, es que para entonces la cantidad de inteligencia artificial existente será un billón de veces la suma de toda la inteligencia humana creada hasta hoy.

El avance en la convergencia de la biología con la informática y de la ingeniería con la genética, va produciendo hechos que parecen de ciencia ficción, y por eso, sobretodo en nuestros aún subdesarrollados países, les damos solo atención anecdótica, excepto en los escasos círculos científicos de punta, conectados con las redes de investigación de los países desarrollados.

No dejaremos de insistir en que estos temas, que están ocurriendo a la par y a pesar de nuestra cotidianeidad, merecen nuestra atención, porque el futuro se está gestionando sin nuestro concurso, pero sus consecuencias nos afectan ahora mismo, y nos afectarán más aún en unos años. La forma en que debemos participar de este proceso es doble: por una parte, insertando con fuerza -mediante becas, ayudas, fortalecimiento de la capacidad investigadora de las universidades- a nuestra comunidad científica en esos procesos, como el que se lleva a cabo en Singularity University y muchos otros centros de investigación y redes de prospectivistas en el mundo (por ejemplo, la red del Millennium Project o la de World Future Society). Por otra parte, generando la reflexión y la acción política en las instituciones públicas a nivel local y global, para medir las consecuencias de este desarrollo exponencial de la ciencia y la tecnología, que puede conducir a un mundo muy diferente al que originalmente queremos crear y no sea que, por hacer el ángel, hagamos la bestia. ¿Dónde están los límites, y quien los pone? ¿Queremos vivir para siempre? ¿Cómo y en qué condiciones? ¿Tenemos derecho a intervenir en la creación tomando en nuestras manos la evolución? ¿Existe la posibilidad potencial de que se cree una nueva especie, artificial, equivalente a la humana, y podremos convivir con ella? Es sintomático que el ex vicepresidente de Yahoo!, y actual Director Ejecutivo de Singularity University, Salim Ismail, en reciente entrevista a un medio chileno, nos deje esta afirmación: “La invención que más me asusta, es la creación de vida sintética”. Según él, hay cientos de avances en esta línea, sin que tengamos, ni sepamos, cómo lidiar con esa realidad. Pero en algunas partes del mundo las instituciones se están ocupando de encontrar vías, como el Parlamento de Finlandia, que entre sus comisiones parlamentarias cuenta con una “Comisión del Futuro”. ¿Por qué no nosotros?