IMPRESIÓN 3D y 4D,
¿HACIA UNA NUEVA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?
Héctor Casanueva
Una herramienta –llave de cubo- acaba de ser “enviada” por email a la
Estación Espacial de la NASA. Mediante una impresora 3D desarrollada
especialmente para trabajar en condiciones de gravedad cero, los astronautas
procedieron a fabricarla a partir del modelo creado al efecto por un simple
sistema de diseño asistido por computador (CAD). La impresora y los
diseños de diferentes artículos que ya se han fabricado por este medio en el
espacio, son responsabilidad de la compañía Made in Space, Inc., una empresa de
emprendedores top creada en 2010 a partir de un proyecto de Singularity
University de Silicon Valley, con el fin de resolver uno de los problemas de la
exploración y la futura colonización del espacio, cual es la necesidad de
disponer oportunamente de repuestos, herramientas específicas, prótesis y hasta
productos alimenticios fabricados in situ. Todo ello ya lo permite la impresión
3D, pero faltaba que fuera probada en el espacio y al parecer todo ha salido
bien.
Actualmente se avanza hacia la impresión 4D, sobre la base de la 3D, en
varios laboratorios y centros de investigación -en el MIT, por ejemplo-, que
permite que el material de los objetos creados en 3D esté “programado” para
expandirse y adoptar determinadas formas y volúmenes. Su campo de aplicación
puede ser ilimitado, en la medicina, la construcción, los textiles, la joyería
y la moda, entre otras, para la fabricación de partes del cuerpo humano,
prótesis, joyas, ropa, zapatos, repuestos automotrices, y mucho más.
Lo informado por la NASA es sin duda un hecho emblemático, pero no debe ser
visto solamente como un tema relacionado con la conquista del espacio. Estamos
asistiendo, casi sin darnos ni cuenta, a una nueva revolución industrial. La
primera, significó el paso de un sistema basado en la producción manual y el
transporte animal, a la producción rápida basada en la máquina, la
mecanización, la localización en las industrias y el transporte mecánico.
Ahora, a partir de la nueva economía y la sociedad del conocimiento, entramos
en una segunda revolución industrial, con características muy diferentes,
focalizada en las personas y las cosas, y localizada en el mediano plazo no
solo en las industrias y empresas, sino en los hogares.
A partir del hecho ocurrido en la estación espacial de la NASA, cabe
reflexionar acerca del impacto que la impresión 3D y 4D tendrá en la producción
y toda la economía mundial, a nivel local y global, cuando dentro de poco
tiempo –menos de dos décadas- estas impresoras estén disponibles en los
hogares. Actualmente se puede adquirir una impresora 3D básica por unos
US$1.000, pero en menos de diez años su costo probablemente se reducirá a no
más de unos US$100, y por lo tanto estará al alcance de millones de personas.
No es menor, ya que para el 2030, según el think tank “The Millennium Project”,
se agregarían a la población mundial 3.000 millones de consumidores de clase
media, y el “Internet de las cosas” interconectará hacia 2020 unos 75.000 a
80.000 millones de aparatos, desde el control de la propia calefacción de los
hogares a través de los teléfonos móviles, a la administración del riego por
goteo y la fabricación robótica.
Las impresoras 3D y 4D presagian un mundo totalmente nuevo, una revolución
productiva con base en la fabricación personal de piezas de decoración, órganos
de reemplazo con materiales bio-sintéticos, vestuario, herramientas, alimentos,
objetos de uso doméstico y, desgraciadamente, también, a la fabricación de
armas. Asimismo, la Internet de las cosas impactará fuertemente al sector
servicios, entre otros.
He aquí algunos elementos que, a mi juicio, ante esta nueva revolución
industrial de fabricación y consumo personal masivo deberían ser considerados,
entre otros, en las proyecciones económicas a corto, mediano y largo plazo para
las políticas de fomento productivo, comercio internacional, innovación,
propiedad intelectual, así como para los sistemas tributarios, servicios
públicos y de seguridad.
1. El impacto en la industria textil, en términos de producción y empleo,
de los países que son actualmente grandes exportadores.
2. La repercusión en la industria del diseño y la moda.
3. El impacto en la industria automotriz y autopartes.
4. Impacto en la arquitectura, la construcción y la agricultura.
5. El surgimiento de una nueva demanda atomizada pero masiva, de materiales
básicos para la fabricación 3D y 4D.
6. El desarrollo de software ad-hoc y de CAD para cubrir la demanda de los
hogares.
7. La necesaria regulación y control en el caso de la fabricación de partes
del cuerpo y prótesis.
8. El nuevo desafío al sector servicios derivado de una autosuficiencia de
los hogares por la Internet de las cosas y del delivery por email.
9. La protección a los derechos de propiedad intelectual e industrial con
respecto a la invención, patentes, diseño y otros derivados, que sean
utilizados en los hogares mediante software ad-hoc trasmitido o bajado de
internet.
10. La definición de los tributos –IVA y otros- aplicables a la provisión
de programas y diseños para la fabricación doméstica de artículos.
11. Los códigos de seguridad por la amenaza del mal uso de la impresión 3D
y 4D para la fabricación de armas o producción de sustancias prohibidas.
12. El desafío en capacidad prospectiva y anticipatoria para el sistema
multilateral y los acuerdos internacionales de libre comercio, inversiones,
propiedad industrial, especialmente en la Organización Mundial del Comercio y
en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.